(Elda Castro Mercado y Ernesto García Pineda)
Los olmecas y los mexicas consumían cacao para tratar el dolor y la inflamación. Se ha observado una relación entre consumo de cacao, presión sanguínea y enfermedades cardiovasculares. Así, en un estudio realizado durante 15 años en Holanda, con 470 hombres mayores de edad, se observó que aquellos con mayor consumo de cacao tuvieron presión sanguínea baja y una reducción de 50% de riesgo de sufrir problemas cardiovasculares. También observaron una disminución prolongada de presión sanguínea en pacientes con un consumo regular de pequeñas cantidades de chocolate (6.3 g de chocolate negro diariamente durante 18 semanas). El papel cardioprotectivo de los flavonoides del cacao está relacionado con su efecto sobre las lipoproteínas de baja densidad (LBD), las cuales transportan el colesterol a todo el cuerpo para ser utilizado por distintas células, de ahí que un nivel alto de lbd está asociado con aterosclerosis (endurecimiento de las arterias), infarto de miocardio y apoplejía; por ello el colesterol que se encuentra dentro de las LBD se conoce como colesterol malo. En estudios de laboratorio se ha demostrado que los flavonoides del cacao inhiben la oxidación de las LBD, la cual juega un papel importante en la patogénesis de la aterosclerosis porque su oxidación permite que se acumulen en las arterias, limitando su circulación y creando una placa formada, sobre todo, por depósitos de grasa y colesterol. Puesto que la oxidación de las LBD es causada por radicales libres producidos en la célula, la actividad antioxidante de los flavonoides parece ser importante para proteger a las lbd de la oxidación. Finalmente, también se ha observado un efecto de los flavonoides provenientes del cacao sobre el incremento de las prostaciclinas, moléculas de naturaleza lipídica que previenen la coagulación de la sangre (trombosis), reduciendo el riesgo de un infarto; además, inhiben la formación de los leucotrienos que son moléculas constrictoras extremadamente potentes de la musculatura lisa, lo cual se traduce en un efecto que produce una mayor fluidez de la sangre por los diferentes vasos sanguíneos, evitando la formación de un trombo, y de un consiguiente riesgo de infarto. Con base en todos estos estudios parece razonable recomendar a personas con problemas de hipertensión consumir diariamente entre 10 y 30 g de chocolate. Sin embargo, puesto que la mayoría del chocolate comercial se procesa bajo condiciones que destruyen los flavonoides, el chocolate "gourmet", que contiene al menos 70% de cacao, es la mejor opción.
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